NEUQUÉN (ED). — La frustrada intentona de la delegada del ministerio de Trabajo de la Nación, Asunción Miras Trabalón, de mediar en un conflicto de la esfera provincial (el de los autoconvocados de Salud) no constituye un episodio aislado. Por el contrario, tiene antecedentes muy cercanos en otras intervenciones del kirchnerismo local en reclamos al gobierno de la provincia.
Con el calendario electoral como telón de fondo, el PJ-K ya había tomado partido en, al menos, otras dos quejas.
Primero apoyó de manera presencial el bloqueo que realizó el gremio docente (ATEN) para impedir el ingreso de trabajadores a Casa de Gobierno; hasta ahí se acercaron los diputados Soledad Salaburu, Lorena Parrilli, Soledad Martínez, Sergio Fernández Novoa y Darío Peralta.
Luego el mismo Peralta volvió a capitalizar un conflicto, pero esta vez lo hizo por los canales institucionales: presentó un pedido para que la ministra de Salud, Andrea Peve, informe sobre la situación del Servicio de Emergencias (SIEN); lo hizo a partir de una queja de un puñado de trabajadores.
El MPN -de relación institucionalmente respetuosa con el gobierno de Alberto Fernández- no había hecho devolución política alguna. Pero el intento de Trabalón (una de las referentes de Nuevo Encuentro e integrante del nucleo duro K), mereció la respuesta de la ministra de Gobierno y Seguridad de la provincia, Vanina Merlo, quien la acusó de intentar capitalizar el conflicto.
Trabalón fue desautorizada desde Buenos Aires, lo que terminó dilapidando la aparente estrategia o seguidilla de casualidades encadenadas a las que se hizo mención. Y Merlo dijo lo siguiente: “Todos los que tenemos una representación política (…) tenemos que poner el máximo respeto” por eso “pretender sacar algún rédito electoral o algún rédito político, me parece muy complejo”.
Ahora, desde Buenos Aires la desautorizaron y, según se comenta por estas horas, el PJ-K neuquino es un manojo de nervios, del que no permanecen ajenos sus máximos referentes.