A principios de año, el presidente Alberto Fernández prometió a los jubilados un “Estado presente que no los abandonará nunca más”.
Pero del dicho al hecho existe un largo trecho, y lo podemos observar en el deterioro del nivel de vida que han tenido nuestros adultos mayores en los últimos años.
Para medir ese deterioro cabe observar la evolución de los haberes de las jubilaciones y contrastarlas con la evolución de la canasta básica total.
De esta forma, podemos ver cuánto es que han perdido bienestar nuestros adultos mayores en los últimos años.
Por supuesto, la imagen es dramática. Desde 2018 hasta finales del 2020, un jubilado que percibe un haber medio, por ejemplo, de $28.794, ha visto corroído su poder de compra de la Canasta Básica Total en 9,6%.
Es más, si tomamos, solamente, la jubilación mínima, vemos que el panorama se encrudece.
Un jubilado, por ejemplo, que cobra la mínima de $20.571 ha visto corroído su poder de compra de la Canasta Básica Total en un 5,9% desde 2018.
No es novedad que transitamos una de las peores crisis de la historia argentina.
Los más vulnerables, nuestros adultos mayores, son los que más desamparados se encuentran, sin respuesta por parte de una política que sólo los recuerda en los años de elección o para la foto de campaña.
Si analizamos un período más largo, vemos que la situación se encrudece.
Tomando el máximo nivel de vida alcanzado por nuestros adultos mayores en 2013 hasta ahora, la corrosión fue de 30 puntos porcentuales para los haberes medios y de 37 puntos porcentuales para los haberes mínimos.
Además, en sólo 5 años, el nivel de vida de nuestros adultos mayores cayó en un 14%.
Es indignante que desde la política no exista una respuesta clara que ayude a alivianar la situación alarmante y de riesgo en la que se encuentran nuestros adultos mayores que tanto nos han dado a nuestro país a través de su trabajo, esfuerzo y dedicación.
Recordemos que el presidente Alberto Fernández, en campaña allá por el 2019, aseguró que las jubilaciones se incrementarían en un 20%.
No obstante, en un año los aumentos fueron de $4.987 por jubilación mínima y $4.317 para jubilaciones medias.
De ésta forma, el aumento volvió a ser insuficiente y en el último año los haberes medios han percibido una corrosión de su nivel de vida del 1,9%. De las más altas de los últimos años.
Hoy los jubilados se encuentran en el mismo nivel de vida que en 2011.
Cabe remarcar que no falta dinero para el aumento, sino sobra despilfarro estatal.
Como es posible que mientras un asesor político que ningún valor agregado genera ni generó para nuestra sociedad, hoy cobre $250.000, cuando un jubilado no llega ni a la tercera parte de ese sueldo luego de haber trabajado durante toda su vida.
Es indignante que hoy tengan que sufrir tanto los que tanto hicieron por la Argentina.
Obviamente, esto es resultado de la falta de reformas estructurales como achicamiento del aparato estatal, baja impositiva, reforma del sistema previsional, apertura comercial, reforma laboral y educativa que promuevan el desarrollo y el progreso económico del país.
Hasta que todos los argentinos no volvamos a ser prioridad para la política nacional, será muy difícil que el nivel de vida de todos mejore en algún momento.