BUENOS AIRES (NA) — La judoca Paula Pareto cerró esta madrugada su carrera deportiva olímpica sin poder defender la dorada de Río 2016 al caer en el repechaje por la medalla de bronce de la categoría -48 kilos, ante la portuguesa Catarina Costa, octava del ránking mundial.
La “Peque”, disminuida por una lesión en el codo que había sufrido en cuartos de final, perdió por la mínima diferencia sobre el tatami, y luego estalló en lágrimas al fundirse en un abrazo con su histórica entrenadora, Laura Martinel.
Es que en ese momento comprendió que, además de esfumarse la chance de conseguir una tercera medalla olímpica (bronce en Beijing 2008 y oro en Río 2016), se cerraba su carrera deportiva en el máximo torneo del deporte, a sus 35 años.
“No se dio, pero es deporte. La tristeza es parte de tantas alegrías. No me veía compitiendo en estos Juegos, pero creo que fui fiel a mis principios de dar todo, hasta la última gota. Estoy convencida que dejé todo. A nadie le gusta perder, ya lo analizaremos un poco más en frío y veremos que no está mal”, explicó Pareto, en declaraciones a TyC Sports.
La bonaerense había arrancado con todo su presentación, donde ganó por ippon (movimiento de victoria automática) a la sudafricana Geronay Whitebooi y la eslovena Marusa Stangar, para citarse en cuartos de final con la local Funa Tonaki, actual subcampeona del mundo.
En ese combate perdió de manera categórica, porque la japonesa la dominó casi desde el inicio y logró un ippon poco antes de los dos minutos, pero en la llave que sufrió, el brazo de Pareto quedó mal posicionado contra el piso del tatami número 1 del Centro Nippon Budokan.
“El problema es en el codo, necesito que me vea el médico”, avisó la traumatóloga de profesión en declaraciones al canal TyC Sports, aunque minutos más tarde se confirmó que pelearía en el repechaje, que le daba la posibilidad, como máximo, de llegar a la medalla de bronce, la misma que ganó en Beijing 2008.
A sus 35 años, una de las encargadas de llevar la icónica bandera olímpica en la ceremonia de apertura de este viernes dio todo lo que le quedaba en el cuerpo ante la portuguesa Costa, que escapó de los agarres después de haber logrado la mínima ventaja con un waza-ari.
“Le pedí perdón a Lau, me pone peor por ella que por mí. Me hubiera gustado darles una alegría a todos, todo el mundo trasnochando por una judoca no pasa seguido… haber arrastrado a todos me pone muy contenta”, confió.
Es el fin de una era para el judo argentino, que tendrá en Pareto a su máximo exponente, no solo por lo deportivo, sino también por los gestos humanos que desplegó. De hecho, apenas se consumó su derrota ante Costa, quien quedó tendida, fue ella quien le extendió sus manos para ayudarla a levantarse y felicitarla.
“Estoy muy contenta por todos los mensajes que recibí siempre, ese cariño de la gente más allá de la medalla, si lo pienso, la verdad que me sentí muy querida y apoyada esta semana. Dentro de todo el lío de emociones que tengo, el cariño de la gente me hace muy feliz”, cerró la enorme “Peque”.
Fue tal el reconocimiento de todo el ambiente de judo y el olimpismo en general, que toda la delegación argentina la esperó en la puerta del edificio dentro de la Villa Olímpica para darle una ovación inolvidable.