BUENOS AIRES (ED) — En la Argentina mueren aproximadamente unas 48.000 personas por año por enfermedades relacionadas con el tabaco, en momentos en que la comunidad científica debate sobre si es correcta la estrategia de proponer dejar de fumar como única alternativa para enfrentar el problema.
En el Reino Unido, desde el sistema sanitario se ofrecen cigarrillos electrónicos como una de las opciones válidas para dejar de fumar, mientras que en Japón, la venta de cigarrillos disminuyó alrededor de un 34% entre 2014 y 2019 debido a la comercialización de productos de tabaco para calentar.
En Suecia, el uso de tabaco oral sin combustión (snus) permitió que la tasa de fumadores sea del 8%, con los niveles más bajos de enfermedades por tabaquismo de toda Europa, y similares resultados se obtuvieron en países como Francia, Islandia, y Nueva Zelanda.
En Argentina, la estrategia contra el tabaquismo que propone el Ministerio de Salud en su página web es dejar de fumar. “Es necesario dar alternativas a todas aquellas personas que no consiguen dejar de fumar con los métodos disponibles o que, simplemente, no quieren dejar de fumar y contar con una tercera vía, que es la reducción de daños”, señaló el médico Diego Verrastro (MN 90514), vocero de la Red Latinoamericana por la Reducción de Daños Asociados al Tabaquismo.
Se estima que mil millones de personas morirán a causa del tabaquismo en el mundo durante este siglo.
“La mejor opción para los fumadores es, desde ya, dejar de fumar. La mayoría tardan décadas en dejarlo, con recaídas más que habituales y acaban por abandonar. Otros, simplemente disfrutan esta conducta y asumen el riesgo de tener un 50% de probabilidades de desarrollar enfermedades graves ligadas a su tabaquismo”, advirtió el especialista.
Verrastro sostiene que “contrariamente a lo que muchas personas creen, no es la nicotina lo que hace daño en los cigarrillos: las personas fuman por la nicotina, pero mueren por el humo”.
“La reducción del daño entonces está basada en la utilización de productos que contienen nicotina y no producen combustión, como los cigarrillos electrónicos, el tabaco calentado o el snus. Los
chicles y parches son también herramientas de reducción de daños, aunque no han alcanzado la efectividad deseada”, señaló.
Explicó que “una parte de la comunidad médica considera que no es aceptable que nadie, tomando decisiones informadas, decida voluntariamente consumir nicotina, a pesar de que esto no le cause
enfermedad o muerte”.
“Otros pensamos que nuestra función es evitar las enfermedades y muertes derivadas del tabaquismo y no juzgar moralmente a las personas por consumir un alcaloide cuyo nivel de toxicidad, una
vez separado del humo, es muy cercano al de la cafeína”, apuntó.
El especialista consideró que “hay falta de rigor científico en la toma de muchas decisiones de políticas públicas en materia de salud” y citó que “en Argentina los cigarrillos electrónicos están
prohibidos por una disposición emitida por ANMAT en mayo de 2011, cuando se contaba con muy poca evidencia y apoyo a la reducción de daño en tabaco”.
Opinó que “hoy en día la ciencia ha avanzado y hay países que han demostrado que adoptar políticas de reducción de daño en tabaco es una muy buena estrategia”.
“Cualquier herramienta que podamos poner a disposición de un paciente fumador que le permita reducir su exposición a los contaminantes y tóxicos que se generan al fumar es un avance en la lucha contra las enfermedades derivadas de ese hábito. El vapeo es una de esas herramientas, porque es efectivo para dejar de fumar y nos permite controlar qué se consume y su grado de toxicidad a la vez que regulamos la concentración del elemento que causa la dependencia, que es la nicotina”, concluyó.