BUENOS AIRES (NA) — El precio de los alimentos en general, y de la carne en particular, sin duda le quita el sueño al Gobierno. La inflación en ambos segmentos no deja de crecer y las herramientas que se pusieron en marcha para intentar contener ese avance no tuvieron los resultados esperados.
Dentro del rubro de la carne vacuna, los aumentos que se vienen observando son importantes y escalan todos los meses. Así, se calcula que el primer cuatrimestre del año con una inflación que rondó el 19%. Esto se dio luego de que, desde que arrancó 2022, los valores de la carne no pararon de crecer. El comienzo del año había arrancado –de acuerdo con los parámetros actuales- con cierta moderación.
Así, enero cerró con un alza intermensual de los precios de 2,3%, para pasar a 3,7% en febrero, 5,8% en marzo y cerca de 7% en abril. Con estas cifras, se estaría ubicando por debajo de la inflación general –que mostró una evolución similar-, aunque no por demasiado.
En enero el alza intermensual había sido de 3,9%, pero luego pasó a 4,7% en febrero, 6,7% en marzo y se estima un 6% para abril, redondeando el primer cuatrimestre del año en 22%.
La expectativa del Gobierno es que a partir de mayo la inflación general comience a dar un respiro, a tal punto que los cálculos oficiales indican que podría caer a 4%, una cifra que a juzgar por los números actuales aparece como demasiado lejana.
“Lo peor ya pasó”, se animan a apostar en el Gobierno, sin dudas una frase que, por lo menos, aparece como arriesgada, pero que tiene como sustento la calma que se viene viendo en las últimas jornadas en el precio de los commodities, el argumento que desde el propio Ministerio de Economía dan a la hora de explicar el avance inflacionario.
En el caso de la carne en particular, hay algunos argumentos que podrían sostener esa expectativa. Por ejemplo, que China –donde van cerca del 75% de los envíos argentinos- redujo fuertemente las compras de carne en todo el mundo, lo que se podría interpretar como una posibilidad para que haya mayor abastecimiento del mercado local, lo que subiría la oferta y descomprimiría los precios.
Sin embargo, en este punto se debería analizar qué tipo de carne es la que dejó de comprar el gigante asiático, ya que hay cortes que en la Argentina directamente no se consumen, por lo que, en caso de que esos hayan sido los que se vieron perjudicados, no tendría un impacto en los precios en el mercado local.
En cambio, sí se vería reflejado en los valores si el recorte de las compras chinas se dio por el lado de aquellos cortes consumidos por los argentinos, ya que habría más mercadería disponible.
A todo esto se le debe sumar que los precios internacionales cayeron cerca de 40% durante el último año, algo que sin dudas no motiva a incrementar los volúmenes de exportación.
El efecto secundario que podría tener esto ya lo anticipó el propio Consorcio ABC, que reúne a los frigoríficos exportadores. Sostuvo que la baja del mercado chino estaba comenzando a generar problemas económicos en el sector, por lo que debían rever sus números. El trasfondo de esto es el interés de los frigoríficos por salir del programa Cortes Cuidados, algo que hace algunas semanas intentaron hacer, pero fueron apercibidos de forma inmediata por el Gobierno.
Incluso, se estableció que a la empresa que se retire de este programa, directamente se le cerrarán las puertas para exportar sus productos.
En el mientras tanto, y del lado opuesto a las expectativas del Gobierno, el precio del ganado continúa su marcha alcista. En abril el precio de los novillitos y vaquillonas mostraron una suba de precios en el Mercado de Liniers, de un 7,9% y 8,1% respectivamente, por encima de la inflación general, y por tercer mes consecutivo.
Esto también se explica por la baja oferta existente de ganado en relación al crecimiento de la población, algo que intenta revertir el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, que impulsa el crecimiento de la producción de carne, para que de este modo también repunte la oferta interna.
Mediante el lanzamiento del Plan Ganar se buscará hacia 2030 incrementar la producción en cerca de 600.000 toneladas, un volumen que permitiría atender la demanda tanto interna como externa sin necesidad de que compitan –y de ese modo también evitar cepos a las exportaciones-, un proceso que sin dudas llevará un tiempo.
Según el relevamiento del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), en marzo el consumo se ubicó en apenas 47,7 kilos por habitante por año, lo que marca una caída interanual de 2,7%. Incluso, esa cifra se eleva a 12% cuando la comparación se hace contra 2019.