Estalló la pirotecnia a pesar de la ley que la prohíbe




NEUQUÉN (ED) Parece que la solidaridad que prevalece miles de veces, cuando la sociedad se sensibiliza por alguna cuestión particular,es imposible de cumplir a la hora de pensar en los animales no humanos o en quienes padecen la condición autista.

Ni siquiera la ley de “pirotecnia cero” en toda la provincia, y la amenaza de severísimas multas para quien fabrique, comercialice o utilice, logró que a las cero, la ciudad estallará por prolongados minutos para “celebrar” la llegada de la navidad.

Una costumbre cultural dificil de desterrar, y hasta una insólita manera de anunciar la llegada del mesías.

Era bastante previsible que la letra de una norma no iba a hacer mella en quienes acostumbran “hacer ruido” para celebrar algún acontecimiento. Y también el sentido común indicaba que los responsables de controlar que no se pudiera acceder a la compra de los artefactos de pirotecnia, no iban a poder cumplir con su cometido.

De todas formas, llamó la atención anoche la intensidad de los estruendos en algunos barrios de la ciudad, que en su conjunto lograron que la capital provincial estuviera bajo “un bombardeo” durante al menos diez minutos contínuos. Y si bien, no nos consta, suponemos que el fenómeno se repitió en todo el territorio provincial.

Tarea para el hogar en varios aspectos: averiguar de qué manera se puede llegar al corazón y a la conciencia de quienes disfrutan de hacer explotar la inmensa variedad de cohetería que ofrece – ahora ilegalmente- el mercado, y volcarlo en una intensa campaña masiva. Extremar las inspecciones en comercios o sectores que se ubiquen como potenciales proveedores, controlar la venta clandestina desde vehículos ubicados en la calle, averiguar si alguien fabrica sin las medidas de seguridad necesarias.

En fin. Esta navidad fue otro gran rotundo fracaso de las normas, a la que los argentinos desde hace mucho no acatamos. Probablemente porque con los ejemplos que nos dan las máximas autoridades , que no respetan las decisiones de la Corte Suprema, sea demasiado pedirle a un simple vecino que no tire una cañita voladora al aire.