BUENOS AIRES (NA). — El gobierno de Xi Xinping en Beijing tomó nota de la advertencia de campaña de Javier Milei que finalizó primero entre los candidatos más votados en las reciente elecciones nacionales, “…no sólo no voy a hacer negocios con China, no voy a hacer negocios con ningún comunista. Soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas no entran ahí. Los chinos no entran ahí. Putin no entra ahí. Lula no entra ahí”, afirmó al periodista estadounidense Tucker Carlson militante de las ideas republicanas seguidas por Donald Trump.
En ese contexto, la administración saliente de Alberto Fernández deberá decidir que modelo de avión supersónica caza, principal arma de ataque de cualquier fuerza aérea que se precie de tal, decide incorporar para reemplazar a los legendarios Mirage franceses.
A pesar de ser fundamentales para la defensa del cielo nacional, desde el año 2015 la Fuerza Aérea Argentina carece de estas naves porque en diciembre de ese año volaron, por última vez, los Mirage con los que los pilotos operaron desde el año 1972.
Fueron 43 años de servicio de los Mirage IIIEA, AIA, Mirage Iiib y Dagger, algunos de los modelos, que en la actualidad no tienen reemplazos mientras las ofertas con financiamiento incluida se acumulan sobre los escritorios de los funcionarios de Defensa.
Lo cierto es que después de varias visitas a plantas militares alrededor del mundo han quedado en pie dos ofertas principales. El F-16A/B MLU de los Estados Unidos y el FC-1 Xianlong, JF-17 Thunder Block III, de la República China.
Esta puja para armar a la Fuerza Aérea Argentina se ha convertido en una pulseada extra entre las dos potencias, EE.UU y China, en esta ocasión, para influir en el cono sur del continente americano.
Mientras que el lobby chino es constante, como la gota que horada la piedra, y cuenta con el decidido aval del embajador nacional en Beijing, Sabino Vaca Narvaja, la presión de los Estados Unidos es explícita, como ha quedado reflejada en conversaciones con las autoridades políticas en ocasión de la visita de la generala Laura Richardson, Jefa del Comando Sur, quien dejo en claro al ministro de Defensa, Jorge Taiana, la preocupación de los políticos de Washington por la influencia china en el país y la intención de los funcionarios de su país por cerrar cuanto antes la venta de los F-16 de segunda mano que provienen de la fuerza aérea dinamarquesa.
Argentina podría recibir treinta y ocho cazas F-16MLU Fighting Falcon de la Real Fuerza Aérea Danesa, treinta F-16MLU monoplaza, ocho aviones biplaza y ex Lockheed P-3N Orion noruegos, que servirán para patrullar el litoral marítimo nacional. El valor estimado del contrato, que abarca aviones, armamento y piezas de repuesto, ronda los 330 millones de dólares.
Al día de hoy, los Estados Unidos han hecho todos los deberes burocráticos necesarios para que la Argentina adquiera estos aviones.
De hecho, el poder legislativo de los Estados Unidos aguarda por la firma de la documentación sobre la transferencia de terceros. Una formalidad que representa una exigencia para todos los receptores de artículos de defensa de origen estadounidense, que le impide a los países que lo suscriben transferir, eliminar o cambiar el uso final de los artículos involucrados en la transacción, sin el consentimiento del Departamento de Estado norteamericano.
El Departamento de Estado es el equivalente, en sus funciones, a la Cancillería nacional y es precisamente el organismo ministerial conducido por el ministro Santiago Cafiero el que debe suscribir estos documentos antes de la finalización del mandato de Alberto Fernández para que el Congreso estadounidense termine por aprobar la transferencia de los cazas de Dinamarca a la Argentina.
Luego, llegará el turno de la firma de los acuerdos y contratos que fijen el número final de aeronaves, la crucial financiación por la compra de los cazas, en un país que atraviesa una crisis de reservas monetaria como nunca ha visto, los plazos y el paquete de armamento que incluye la cesión.
Pero Beijing, también mueve su activa y reservada diplomacia para que sus cazas sean los elegidos antes del 10 de diciembre de este año, ante la posibilidad de un triunfo de la fuerza política que lidera Javier Milei.
Un triunfo de La Libertad Avanza sepultaría las aspiraciones chinas de venta de sus JF-17 Thunder Block III.
Sea como fuere, los técnicos del Ministerio de Economía que conduce el ministro candidato, Sergio Massa, le han dejado un lugar en las planillas presupuestarias del 2024, a obras de infraestructura en la VI Brigada Aérea de Tandil y en el Área Material Río Cuarto en la provincia de Córdoba, para albergar a las futuras aeronaves de combate.
En el ítem del Presupuesto 2024, “Contratación de Obras de Inversión con incidencia en ejercicios futuros”, se establece la obra de inversión titulada “Modernización y Actualización Tecnológica de la Infraestructura para la Incorporación de una Aeronave de Caza Multirol en la VI Brigada Aérea -Tandil – Provincia de Buenos Aires y en el Área Material Río Cuarto – Las Higueras – Provincia de Córdoba”. Estableciendo en el devengado una inversión que comprenderá los ejercicios 2024, 2025 y 2026, por un monto de USD 5.718.000, USD 1.906.000 y USD 1.524.800, respectivamente.
La adquisición de modernos cazas para la Fuerza Aérea es un proyecto que consumió los cuatro años del mandato de Alberto Fernández y, si bien la compra del material de defensa está sujeta a las estimaciones y precisiones técnicas de los brigadieres que conduce Julián Isaac Xavier, comandante de la Fuerza Aérea desde el año 2020, la decisión final la tendrá el complejo mundo de la política que está siendo observada por referentes de las administraciones de Joe Biden y de Xi Xinping.